domingo, 28 de noviembre de 2010

Quen mejor que el poetahuevos para contarles que Cárcel para todos los cómplices de Marcial Maciel

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200 La sociedad en su conjunto tiene el deber de proteger a los niños respecto de los pederastas, por tal motivo es imprescindible que en todas las naciones se actualicen las leyes penales a fin de que esta clase de delitos no tengan prescripción y puedan ser denunciados en cualquier tiempo. La ancianidad de los victimarios y de las víctimas no debe ser obstáculo para la acción punitiva del Estado.

Si es el caso de que alguno sea pederasta, apremia el deber de arrepentirse, pero al mismo tiempo el deber de alejarse de cualquier clase de ministerio religioso y de cualquier oportunidad de trato con menores. Y si ha cometido la aberración, ha de restituirles el daño, con sus bienes materiales y entregarse a las autoridades para pagar su culpa en esta vida, si tiene aprecio por la salvación eterna de su alma.

Si los victimarios son los padres, madres y abuelos, hermanos y parientes, amigos, vecinos o personas de confianza, etc., el ascendente no debe ser obtáculo para la denuncia con búsqueda de las penas más severas, por parte de las víctimas o de quienes conozcan de los hechos y tampoco para el justo reclamo de reparación del daño con sus bienes. Cuando se trate de estas mismas personas, con grado de complicidad, cuyos actos de omisión fueron factores coadyuvantes para la situación de abuso en contra de menores, han de pedirles perdón y de restituirles con sus bienes, cuando se trate del caso en el que el cuidado del menor fuera su primera responsabilidad.

Los padres, parientes, etc, que tuvieron conocimiento del abuso en contra de algún menor y ya sea que por su descuido haya ocurrido, lo hayan tolerado, disminuido su importancia e incluso victimizado al menor, culpándolo de tales hechos, deben ser denunciados y se les debe sancionar con la pena corporal más severa que contemplen las leyes, al tiempo de ser obligados a restituir el daño con sus bienes.

En el caso de las víctimas, el cristiano tiene el deber de perdonar a su victimario, lo cual no se contrapone con el deber con la sociedad de denunciarlo ante las autoridades, sin importar de quien se trate, de su padre, madre, hermanos, abuelos, otros familiares, vecinos, curas, obispos, etc. Las denuncias deben encaminarse a obtener el máximo grado de las penas corporales y el máximo de bienes y activos para reparación del daño, sin importar la edad de la víctima y de su victimario. El mismo procedimiento ha de aplicarse respecto de aquellos adultos cuya responsabilidad era la del cuidado de los menores y por su omisión y/o minimizar los hechos, haya ocurrido el abuso.

Casos como el de Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo no deben quedar sin un ejemplar acto de firmeza en el juicio del Estado y de la Iglesia. Dicha congregación debe ser suprimida y la iglesia debe prohibir que se junte con la palabra "Cristo", la de "legión" , "legionario" y "legionarios".

Es necesario que se eliminen los vínculos que emanan de tal institución entre sus integrantes, sus nexos de obediencia y todo cuanto emane de manera directa o indirecta de alguna estructura manifiesta o no, de las que fueron creadas por Marcial Maciel, porque son nefastas. Cada uno de los integrantes puede seguir su camino dentro de los multiples que ofrece la iglesia. Todos los cómplices en grado máximo o mínimo, de las abominaciones personales e institucionales, relacionadas con Marcial Maciel deben ser excluidos de los ministerios, reducidos a estado laicial, con suspensión ad divinis y ser sujetos a procesos penales y civiles en cada país que corresponda. Asimismo, todos los bienes de dicha congregacion deben ser repartidos entre las víctimas.

En aquellos casos que sea necesario, los cuerpos deben ser entregados a la posesión diabólica, para la salvación de las almas, como lo hiciera san Pablo respecto de quienes cometieron incesto y quienes tras haber recibido la fe de Cristo, no evitaron naufragar y de plano se volvieron blasfemos (1 Cor. 1-5; 1 Tim. 1, 18-20).

El no cumpir con el deber, en estos casos, califica indudablemente como complicidad y el cómplice no evitará ser arrojado fuera atado de pies y manos, y su nombre pisoteado por los hombres, ya que con tales actos perderá la sal de la que habla Cristo.

Es necesario señalar que la acción final de El Vaticano frente al caso de los Legionarios de Cristo revelará el verdadero poder del grupo de cardenales, obispos, empresarios, políticos y operadores ocultos que buscan controlar el papado en la más alta cúpula de la iglesia católica. Si prevalecen tanto la congregación como tal, con sus sus círculos y estructuras intactas, puede ser señal de que es inminente la manifestación de los fenómenos relativos a las bestias apocalipticas que surgen del mar y de la tierra, cuyos fundamentos ya dominan el mundo.

La resistencia y permanencia de les estructuras de los Legionarios de Cristo revelará sin duda, el poder del grupo frente a las decisiones del Papa. El significado es que el tercer secreto de Fátima, relativo a que la iglesia está bajo el poder total del maligno, se estará cumpliendo; que las enseñanzas, prácticas y estructuras, forma de vida en las profundidades de satanás que vivió y enseñó Marcial Maciel a sus cómplices en todos los grados y posteriormente a todo el mundo, cuando fue expueta su vida, se han propagado por los grupos de control más poderosos en la iglesia católica y que el fundador de los Legionarios fue precisamente el gurú de todos ellos, tal vez no en lo pederasta, para todos, pero si en la maestría de la mentira y el ejercicio del poder que conjuntamente con ello ofrece el demonio.

Puede ser inquietante la idea de que la escuela macielista como forma de vida, de organización y de modo de relacionarse con los demás, dentro de la iglesia, tenga tanto poder y ascendencia, sin embargo, si se presentan señales de que los Legionarios de Cristo con sus estructuras y relaciones permanecen intactos, enmascarados con un cambio de nombre, y aún más, vomitan con soberbia declaraciones triunfalistas, quiere decir que tanto Marcial Maciel como los Legionarios de Cristo han sido la parte visible de un grupo sin nombre, extremadamente poderoso, integrado por cardenales, obispos, superiores de congregaciones, laicos, empresarios, políticos y hasta militares, que no quieren que dicho instrumento desaparezca, tal vez porque es como su vínculo operativo, o porque al desaparecer esta ancla, ellos quedarán a la vista.

En tal caso los Legionarios de Cristo si son una militia militatis, el brazo configurado en orden de batalla, pero de tal grupo oscuro que ejerce un vasto poder dentro de la iglesia en todo el mundo.

Dicho poder confirma su acción con el hecho de que reiteradamente se observó emisión de un sofisma ad hominem y anfibiológico –esto es; engañoso, mentiroso--, emitido desde las profundidades de la conjura macielista, para apuntalar la permanencia de dicha congregación y las relaciones de poder que la sostienen, con una maquillada, bajo otro nombre –se manejó el nombre de "Congregación del Reino de Cristo", entre otros, aduciendo un fortalecimiento de la operación seglar-- que consiste en separar a Maciel del resto de sus seguidores y de las estructuras que él construyó para beneficio de ejercicio del poder con base en la mentira y la manipulación.

Tal sofisma se expresa con el dicho de que los integrantes de la legión y del movimiento regnum Christi se mantienen fieles a su carisma, intentando todavía comprender qué ha pasado y cómo su fundador, el pederasta Marcial Maciel, fue capaz de cometer tantas atrocidades.

Ciertamente, cualquier medida que se adopte que no sea eliminar lo podrido y lo corrupto, en este caso las estructuras y las relaciones creadas al interior y al exterior; desintegrar todo lo que recuerde la misma existencia de esa organización, es contrario al Evangelio de Cristo y a la iglesia católica; es en servicio de los poderes de este mundo y del demonio. Además es una ofensa gravisima a todas las víctimas de todos los pederastas y contra la sociedad misma; es una ofensa contra la niñez.

Cristo estableció claramente el mandato de cortar y arrojar de sí lo que sea ocasión de pecado y de escándalo y, sin duda, no solamente los nombres de Legionarios de Cristo o Regnum Christi son ocasión de pecado y de escándalo, sino principalmente lo son todas las estructuras y relaciones de personas que se dan entre ellos y hacia fuera, toda vez que han creado relaciones de poder, de negocios, de comercio, de intercambio, de influencias con base en las costumbres de sometimiento a la complicidad, de fingimiento y de mentira, de utilización de las cosas de Dios para hacer negocios y establecer dichas relaciones internas y externas (Mt 5, 29-30; Lc. 17, 1-3; 19, 45-46).

Todas esas relaciones son perversas. Aunque existieran reductos santos de personas que veraderamente sirven a Cristo, indudablemente que se trataría de mártires perseguidos, tal cual lo fueron las víctimas de las asquerosidades, perversiones, abominaciones y porquerías que cometió Marcial Maciel y sus cómplices, quienes han permanecido impunes. Sin embargo no se ha sabido de que existan tales reductos.

Si los encargados de cortar y arrojar lejos de la iglesia a tales nombres, costumbres, estructuras, relaciones internas y externas no lo hacen y en lugar de ello trabajan denodadamente en conservar todo ello con sendas maquilladas, indudablemente es señal inequívoca de que tales pastores son iguales a ellos, cuando no, del grupo recóndito de poder, aquel que no sale a la luz, que los controla y que busca la transformación de la iglesia en una ramera como la que señala el Apocalipsis.

Alguien deberá hacer algo. Seguro que si no son los que deberían cuidar a las ovejas en contra de los ataques de los lobos, en todo caso, será el mismo dueño del redil quien lo haga. Parece que todo apunta a esto último.

Cuando menos, algunos jefes de Estado, ejerciendo el máximo deber de cuidar de los menores de su nación, deberían prohibir la operación de dicha congregación y de las que a su sombra surjan y mantengan las estructuras y relaciones de toda índole que han construido los Legionarios de Cristo. Si no lo hacen los jefes de Estado, lo pueden ejecutar los congresos o solicitar los partidos políticos.

Como se sabe, ninguno que verdaderamente siga a Cristo, que pertenezca o haya pertenecido a dicha congregación, se negará en depositar su vida en odres nuevos y no se obstinará en mantenerla en pellejos podridos y maquillados, donde ha quedado de manifiesto que ha sido refugio del demonio y de hombres demoniacos, con las abominaciones más asquerosas y repugnantes de la humanidad.

Lo que resalta en la reflexión es que el modo de vida en las profundidades de satanás, cuya esencia es la mentira, ha adquirido un poder devastador dentro de la iglesia.

Tomado de:

Curas pederastas: maldición de la humanidad
hacia la abominación de la desolación
Los crímenes en contra de los niños y de quienes encubren a los victimarios;
su constitución fundamental hacia el fin de los tiempos.

por Luis Martín González Guadarrama


"En verdad os digo que cuanto hicisteis
a uno de estos hermanos míos más pequeños,
conmigo lo hicisteis" (Mt. 25, 40).

"El que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.
Pero al que escandalice a alguno de estos pequeños que creen en mí,
mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra
de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.
¡Ay del mundo por sus escándalos!;
Es inevitable que haya escándalos;
pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el escándalo!
Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer,
córtalo y arrójalo lejos de tí.
Mejor te es entrar en la vida cojo o manco,
que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.
Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti;
mejor te es entrar con un solo ojo en la vida,
que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeñuelos;
porque os digo que sus ángeles en el cielo contemplan sin cesar
el rostro de mi Padre celestial" (Mt. 18, 5- 11).

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